Ray Bradbury genio de la literatura, el cine y la televisión contaba una anécdota ¡Y cómo me encantan las anécdotas! que le sucedió una noche en cualquier bar de París. Pues tenía el señor un amigo, camarero, sabio como también lo son quienes no escriben historias pero se dedican a escuchar con atención, que además de dedicarse a servir copas, al terminar su jornada laboral, después de la media noche, se dedicaba a bailar, bailar y bailar "bailar, para no morir" porque para él el hecho de estar dormido, a esa hora, era como estar muerto. Bradbury fascinado con tan melodiosa afirmación, y como era un poco listo, se atrevió a sacar su propia reflexión, eso sí, muy al estilo de su amigo y le respondió algo como: a mí que no se me da muy bien eso de "bailar, bailar y bailar", pues soy un viejo escritor, pero en la noche es cuando encuentro vida en muchas de locuras que pasan por mi cabeza "escribo, escribo y escribo", ¡Escribo, para no estar muerto!. A lo que el zombie bailarín contestó: vaya, pues tiene usted mucha suerte. Lo que tiene es mucha vida. Está usted muy joven.
Yo, que no soy tan buena bailarina, aunque por la tradición "living in America" modestamente algo se hereda, y aún no me he alistado en el fascinante pero no menos riguroso arte de "juntar letras", en mis días y en mis noches, leo, leo y leo. Leo y veo películas, para no morir. Luego comparto, porque lo contrario no es mi esencia, y como bien lo ha dicho Fernando Savater "Hay que cultivar la mente, el espíritu, la imaginación y el corazón para llegar a ser seres humanos, pero seres humanos razonables" y es que para mí, y estoy segura que para todos quienes nos dedicamos al maravilloso arte de educar, no hay semilla que dé mejores frutos y que proporcione más alegría, entendimiento y esperanza: que la de la libertad que encontramos en los libros, en el cine, en la lectura del arte en general, cualquiera que sea que nos motive.
¡Bailar, leer y escribir, para no morir!
By M
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