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  • Marianne Renoir

Fiebre de sábado en la noche, y un cameo literario.

Actualizado: 26 jun 2022


Sábado, noche, claro de luna Sturgill Simpson

Hoy seré Mathilda en el Profesional


 

Los sábados en la noche suelen ser mis preferidos. Pero esa "felicidad" realmente no ha sido de toda la vida, al menos que yo lo recuerde. Antes, y digo "antes" por marcar el tiempo entre mi primer encuentro y el pasado, no logro recordar eso tan genial que me pudo llegar a suceder un sábado en la noche, claro, nunca he sido ni seré la versión femenina de Tony Manero, por el contrario, hasta donde tengo conciencia, aunque me gusta el son, siempre he sido muy discreta y algo "rara", pero bueno, no me extenderé ni en lo uno ni en lo otro. Entrados en detalles cuando hablo del primer encuentro me refiero a mi primer encuentro cara a cara con el cinematógrafo, con el cine que tanto me gusta, con el que me apasiona; el mismo que hace que me coma las uñas, que no me importe trasnochar aun sabiendo que al día siguiente debo madrugar a trabajar, porque al final sé que siempre terminaré justificándome con la confiable excusa de que un esfuerzo siempre debe compensar el otro, equilibrio (sin sonar a coaching, por favor), y si se supone que debo iniciar la semana con semejante sacrificio laboral, pues lo apenas justo es que la noche anterior haya merecido la pena. Pero esa preocupación no me atormenta un sábado en la noche, por eso son tan especiales. Ahora al grano. En una de esas noches del sexto día tuve mi primer encuentro cercano con el cinematógrafo, uno casi que de tercer tipo, con Rebecca, sí la misma, la de Hitch, aquella rubia de tierna mirada, rostro inocente y dulce voz protagonizada por Joan Fontaine. Fue el maestro de maestros Alfred Hitchcock, y ahora mismo le acuso, el autor intelectual de que a partir de ese momento enfermara de amor; de amor por el cine, y de que este ritual, esa adicción fuese como la misma Sra Winter, inolvidable.

«Anoche soñé que volvía a Manderley...».

Y así fue, así fue que comencé con una película de sábado a eso de las 10 de la noche, luego otra, y como me convertí en una mujer insaciable, pues la tercera o la cuarta para recibir la madrugada nunca estaba para nada mal. Y es así como Sergio Leone, John Ford, Billy Wilder, Akira Kurosawa, David Lean, Andrey Tarkovsky, François Truffaut y por supuesto mi adorado Clint... encabezaron mi lista de lo más top del cine clásico, lista que en corto tiempo terminaría por devorar, casi que a mordiscos de animal jurásico. Y fue justo con Mr. Hitchcook, en su ciclo, que me convertí en la más voyerista de las observadoras amateur. Luego de ver Rear Window, 1954, y revisando The Birds, 1963 quedé totalmente maravillada con, para mí, la primera aparición consciente de un director de película en la película, sí en pantalla, sí metido dentro de la misma historia. Les juro que mi ingenuidad era tan enorme, tan gigante como mi emoción y yo no lo podía creer ¡Mi primer cameo de cine! apreciarlo y tener consciencia de ello debió ser para mí algo así como el primer beso entre Macaulay Culkin y Anna Chlumsky en My Girl (1991), o como el vasito de leche que ofrecía Mathilda a León, siempre nuevo y refrescante.

- Eso merece ser investigado, mi querido Watson.

- Pero ¿qué es un cameo?,

- Deber ser algo así como un camaleón.


Según la Real Academia Española un cameo o camafeo es la intervención breve de una persona conocida, actor o no, en una película o una serie de televisión. En la historia del cinematógrafo figuran muchos: en la actualidad el universo de Marvel, por ejemplo, es una verdadera telaraña de cameos y varios guiños entre comics y películas, tiene además lo que se ha denominado entre los más virtuosos como «metacine»: hablar de cine dentro del cine, o reflexionar sobre el cine en el cine. Pero cuando entre otras referencias o guiños que provienen del cine - de películas antes vistas o imaginadas en medio del mismo - nos encontramos casualmente con el director del filme, un actor reconocido, un cantante o personaje famoso quien sostiene una charla, se sube a un autobús, canta en un bar para dos enamorados, conversa de cine con el personaje principal, lee un periódico, concede una entrevista, rueda una película o aparece dentro de la conciencia de cualquier otro personaje incitándole a cometer algo, nos estamos abriendo paso entre los verdaderos y gigantes camaleones del cine. Algunos, los más outlaw o fuera de ley, incluso han volado en mil pedazos (Tarantino, Cameron, Spielberg, Scorsese, Cronenberg, Bay... y el hasta en su última película el siempre Camaleónico Stan Lee ).



Frizt Lang, en El desprecio, Godard

También los hay literarios, y son los que suelen mencionar a algunos autores o "junta letras" dentro de los diálogos de un guion, o simplemente aquellas apariciones de libros referenciales, o guiños, como a los que nos tiene acostumbrados nuestro siempre vigente Jean-Luc Godard. Lo mismo que en su tiempo Eric Rohmer o François Truffaut. Citar escritores, poetas, pensadores, dramaturgos, artistas y hasta grandes líderes políticos, dentro del cine francés, es un recurso muy recurrente.


Anna Karenina, de Leon Tolstoi, en El bazar de las sorpresas (1940) de Ernst Lubitsch.

La Comedia Humana, de Balzac, en Los 400 golpes (1959) de François Truffaut.

La Historia del Arte Moderno de Élie Faure, en Pierrot el loco (1965) de Jean - Luc Godard.

Rousseau, obras completas, en La coleccionista (1967) de Eric Rohmer.

Guerra y revolución, de Karl Marx, en Soñadores (2003) de Bertolucci.

El lector –adaptación de la novela homónima de Bernhard Schlink– 2008 de Stephen Daldry.

Diving for Sunken Treasure (Buceando entre tesoros hundidos), libro de divulgación, en Academia Rushmore (1998), de Wes Anderson.

Raymond Chandler en Perdición, Billy Wilder


E incluso han existido cameos de escritores dentro del cine. Como lo es el caso de mi adorado Gabriel García Márquez y Juan Rulfo, en la película de Alberto Isaac, En este pueblo no hay ladrones,1965. Y otros no menos recordados como:


Raymond Chandler en Perdición (1944), de Billy Wilder.

Graham Greene en La nuit amèricane (1979), de François Truffaut.

Truman Capote y Marshall McLuhan en Annie Hall (1977),de Woody Allen.

William S. Burroughs en Drugstore Cowboy (1989), de Gus Van Sant.

Mario Benedetti en El lado oscuro del corazón (1992), de Eliseo Subiela.

Stephen King en Fever Pitch (2005), de los hermanos Farrely, Pet Sematary, It y 22 intervenciones más, hasta la fecha.

Paul Auster en The music of Chance (1993) de Philip Haas.

John Irving en ‘El mundo según Garp’ (1982), de George Roy Hill.


El cameo, con el tiempo, se ha convertido en un recurso casi vital y necesario para la filmografía de muchos directores. Jim Jarmusch, Madonna, Lou Reed han aparecido como actores en algunas películas como Humos del Vecino (Blue in the face, 2005) de Paul Auster y Wayne Wang. Así como también Iggy Pop, Tom Waits y Bill Murray en Coffee and Cigarettes, 2003 de Jim Jarmusch, y el mismo Jarmusch tuvo un cameo en Resplandor en la Noche, la galardonada cinta de Billy Bob Thornton , y como es un forajido se interpretó a sí mismo en el episodio de Los Simpsons " Any Given Sundance" (temporada 19, episodio 18).


Sin embargo y sin pensarlo un poco más el rey del cameo forever siempre será nuestro amado maestro del suspense, con más de 39 apariciones en toda su carrera, el inigualable Alfred Hitchcock.


Para atrapar a un ladrón. Hitchcock


Existen también, dentro del cine, cameos o guiños dedicados al arte: pinturas, esculturas, graffitis, poesía, arte en general. Picasso y Dalí fueron participes de algunos:


Spellbound, Alfred Hitchcock


Y de innumerables poemas, como guiños o referencias, pero para mencionarlos necesitamos un barco más grande.


- Tendremos que seguir investigando, Mr. Holmes.

Hace poco me encontré con uno bellísimo en una película de Eliseo Subiela:


Llorar a lágrima viva… / Oliverio Girondo


Llorar a lágrima viva.

Llorar a chorros.

Llorar la digestión.

Llorar el sueño.

Llorar ante las puertas y los puertos.

Llorar de amabilidad y de amarillo.

Abrir las canillas, las compuertas del llanto.

Empaparnos el alma, la camiseta.

Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología, llorando.

Festejar los cumpleaños familiares, llorando.

Atravesar el África, llorando.

Llorar como un cacuy, como un cocodrilo…

si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo, pero llorarlo bien.

Llorarlo con la nariz, con las rodillas.

Llorarlo por el ombligo, por la boca.

Llorar de amor, de hastío, de alegría.

Llorar de frac, de flato, de flacura.

Llorar improvisando, de memoria.

¡Llorar todo el insomnio y todo el día!


El lado oscuro del corazón. Dir. Eliseo Subiela. País: Argentina y Canadá (1992).



Fahrenheit 451, Truffaut


Pero he aquí el padre de los cameos o autoreferencias. Hace algunos días volví a revisar Fahrenheit 451, el libro. Leyéndolo y siendo ahora un poco más consiente de toda esta movida entre los recursos y el lenguaje cinematográfico y literario, me encantó y quedé totalmente maravillada, tal vez como una segunda primera vez, con el cameo autorreferencial que hace Bradbury en el momento en que Montag camina por la calle y se encuentra con Clarisse y ésta le cuenta sobre su familia. Menciona la Srta. McClellan a su tío:

Montag nunca había visto tantas luces en una casa.

- ¡Oh! ¡Son mis padres y mi tío que están sentados, charlando!

Es como ir a pie, aunque más extraño aún. A mi tío, le detuvieron una vez por ir a pie. ¿Se lo había contado ya? ¡Oh! Somos una familia muy extraña.


Pues ese tío, que menciona Clarisse, no es nada más ni nada menos que el mismísimo Ray Bradbury, quien en el prefacio ya nos ha anticipado de su propio puño, como antes de escribir Fahrenheit 451, la novela, ésta fueron muchos cuentos, muchas historias como la de El Peatón una de sus favoritas, basada en una de sus tantas anécdotas y por la cual su autoreferencia. Cuentos en los que pocos creían, a excepción de un tal Hugh Hefner, hasta llegar convertirse en lo que es hoy por hoy, una de las la novelas sobre distopías más leídas del mundo.


He ahí un cameo literario, literal. Y si tú, persona que me lee en cualquier lugar del mundo tiene uno, por favor, te ruego, lo aportes en un comentario.


By M.


El lado oscuro del corazón, Subiela



53 visualizaciones2 comentarios

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2 Yorum


Jorge Corrales
Jorge Corrales
27 Tem 2022

Te tengo los cameos del hermano de Almodovar. Y hay una peli de Borja Cobeaga, es una comedia que se llama Pagafantas. La he visto desde hace varios años, de mis favoritas. Recientemente la vi y descubrí al director en la última escena. Me encantan los cameos.

Beğen

Bilinmeyen üye
18 Haz 2022

El mejor plan: película un sábado por la noche. Si es en cine, mejor que mejor.

Beğen
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